Dice la leyenda que el jabón se descubrió gracias a una casualidad y para que podáis comprenderla tenéis que entender antes qué es el jabón: el jabón es el resultado de mezclar un ácido con una base. El ácido puede ser una grasa (animal o vegetal) y la base es una sustancia con propiedades alcalinas y en la naturaleza se encuentra por ejemplo en las cenizas de algunas plantas (carbón vegetal). Ambos compuestos son contrarios y al ponerse en contacto, junto con el agua, reaccionan químicamente formando otro elemento completamente distinto: la sal, que es el jabón.
Ahora vamos con la leyenda: se dice que el jabón se descubrió en la antigua Grecia, debido a que en el monte Sapo (de ahí la procedencia del nombre en latín de jabón “sapo-onis”) se sacrificaban a animales en hogueras y los restos incinerados de los mismos los arrastraban las lluvias hasta el río, que al reaccionar se producía sustancia jabonosa. Las personas que lavaban sus prendas en ese río observaron que ese agua quitaba las manchas de sus ropas y buscaron la explicación. ¿Historia o leyenda? Nadie lo puede afirmar, pero está claro que la mayoría de los descubrimientos son frutos de la casualidad y no me extrañaría que sus comienzos hayan sido por este motivo, o alguno similar.
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Los primeros escritos sobre el uso del jabón
Las primeras referencias sobre el uso del jabón que se conocen fueron las escritas por el científico romano Gayo Plinio Segundo, en el año 77 d.C. en su obra “Naturalis Historia”, en la que para lavar la ropa, o como remedio contra la dermatitis, recomendaba un tipo de jabón elaborado con cenizas procedentes de huesos de animales.
Más tarde, en el sigo II, fue el médico Claudio Galeno quien describió el uso del jabón (y su proceso de elaboración) como remedio cosmético para la higiene personal y con fines curativos.
Estos últimos conocimientos se mantuvieron durante siglos sin variación, hasta aproximadamente el siglo XIII dónde el proceso de fabricación del jabón se industrializó y se comenzó a usar aceite de oliva (como sustituto del sebo animal), así como sosa natural (procedente de algas marinas), en vez de cenizas de haya, dando origen al famoso “jabón de castilla”, un jabón de mucha más calidad, aspecto y olor que los elaborados anteriormente con grasa animal.
Más tarde, en la ciudad de Marsella, se comercializó el reconocido “Jabón de Marsella”, elaborado a base de aceite de oliva y laurel, que se extendió de forma masiva por toda Europa y que ha gozado, hasta nuestros días , de muy buena reputación. Es a raíz de aquí donde comienza la verdadera revolución en la fabricación del jabón.
Kika
Hola còmo hacer jabones estoy encantada de haber encontrado su blog me tiene vuelta loca ? pues hace tiempo buscaba un curso de còmo hacer jabones artesanales y no encontraba gracias por compartir sus conocimientos felicidades por su blog yo solo hago jabones base glicerina pues le tenia miedo a LA Sosa pero con su curso espero se me quite el miedo y aprender muchoo en verdad gracias por compartirlo saludos ??
comohacerjabones.com
Hola Kika! gracias por su comentario, nos alegramos que le saque partido, para eso lo hacemos! la información útil hay que compartirla, ya nos hubiera gustado a nosotras también tener toda esta información gratis… no pararemos de escribir todo lo que caiga en nuestras manos, así que para cualquier cosa por aquí estamos. Un abrazo!
Angela
Excelente. Gracias