La piel necesita frecuentemente purificarse para que los poros queden limpios de impurezas, células muertas y secreciones de las glándulas sebáceas o sudoríperas, y esto se consigue a través de la exfoliación.
Los exfoliantes limpian por arrastre, ya que son sustancias irregulares (semillas, granos, etc.) que al frotarlas con el cuerpo remueven la piel liberándola de sus desechos. Manteniendo nuestra piel limpia conseguiremos un tono más uniforme, radiante y que otros productos que le apliquemos posteriormente se absorban mucho mejor.
Podemos encontrar en la naturaleza productos que cumplen perfectamente con esa función y dependiendo de la parte del cuerpo que queramos tratar utilizaremos un tipo de exfoliante u otro, ya que por ejemplo el cutis es más delicado que el cuerpo (y necesitará una exfoliación más suave) y para las zonas más duras (como talones o codos) emplearemos un exfoliante mayor.
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Dosis y utilización:
La cantidad a utilizar al hacer jabones, por saponificación en frío o melt & pour, depende mucho de la finalidad que queramos conseguir, pero normalmente se recomienda utilizar 2 cucharaditas cómo máximo por cada kilo de jabón. Si nos excedemos le estaremos quitando su capacidad de producir espuma.
Si el exfoliante que vamos a usar es muy fino o esta en polvo, es mejor diluirlo en un poco de aceite (en el caso de saponificación) o alcohol (melt & pour), antes de verterlo al jabón, para evitar que se formen grumos o se vean los restos en la pastilla.
En el caso de que los exfoliantes sean mayores se pueden añadir directamente en el jabón en el momento de la traza. Por otra parte, si queremos evitar que estos trozos se vayan al fondo del molde, debemos verterlos cuando la temperatura del jabón haya bajado al menos a los 50ºC o menor.
Exfoliantes más utilizados:
Suaves (para el cutis): avena triturada, polvo de bambú, piedra pómez, pétalos de rosas triturados, especias molidas, etc.
Medios (para el cutis y el cuerpo): cáscara de nuez, semillas de calabaza, pepitas de uvas molidas, sales, azúcar, esponjas de lufa, etc.
Duros (para el cuerpo): semillas de amapolas, de arándanos, de fresas, de alfalfa, de lino, de enebro (trituradas), granos de café, esponjas de lufa, perlas de jojoba o huesos de oliva y almendras en polvo.